viernes, 5 de junio de 2009

Los tres chanchitos (Relatado por el lobo)

LOS TRES CHANCHITOS 
(Relatado por el lobo)

  Luego de un año del hecho que me trajo tanto dolor, me refiero claramente al hecho entre Caperucita y yo, me fui recuperando hasta estar en un buen estado de ánimo. Aún sabiendo que me recuperé de aquel maldito momento, sentía que algo me faltaba… lo que yo sentía era una gran soledad, y claro, ¿quién se iba a acercar a un lobo que se lo tildaba como “feroz”?.
  Fue así como un día conocí a tres chanchitos, por pura casualidad, viéndolos pasar para comprar su cena. Noté que dos de ellos eran muy amarretes, por lo que se compraban cosas baratas en mucha cantidad que duraban poco, a la misma vez, vi que el tercero era ingenioso y compraba lo que necesitaba en la cantidad que lo necesitaba. Intenté acercarme a ellos, pero salieron corriendo ya que, como antes les conté, me fichaban de “feroz”.
  Unos días después, me enteré que se sentían inseguros en su choza, y decidieron construir casas nuevas para protegerse de mí. Fui a espiar un poco, y como había visto antes, uno solo era el ser pensante y los otros se dejaban llevar por lo que “pensaban”.
  ¡Ay!, entre tanta historia que les conté, no les conté mi más grande virtud: era el mejor soplador de todo el bosque. Es más, de pequeño, cuando nadie me temía, inflaba globos y con eso me ganaba la vida. Les cuento esto, ya que no es un dato menor.
  Volviendo a la historia principal, los amigos porcinos habían hecho tres casas diferentes, una de paja, la otra de madera balsa, éstas de los chanchitos amarretes, y la de ladrillos, del más inteligente. Como siempre quería ayudar, fui escondido a decirles a los dos chanchitos menos inteligentes que sus casas no los protegerían de las lluvias, vientos, etc. Solo recibí signos de miedo, lo que hizo que me cerraran la puerta en la cara. Esto no me hizo enfadar, pero me hizo entender que había que concientizar a los chanchitos de que no era seguro vivir ahí.
  Volví a la noche, y empecé a soplar tan fuerte, que derribé la casa del primero, el mismo fue a la casa del segundo, lo mismo hice con la segunda casa y los chanchitos, aterrorizados, salieron corriendo hacia la del tercero, por fin había logrado conseguir mi objetivo pero aquello tuvo una consecuencia muy grande, llamaron a la policía y me metieron en una jaula.
  Hoy, estoy en un monte, más sólo que antes, pero… ¿qué se le va a hacer? Lo único que me queda de consuelo, es saber que concienticé a esos pobres chanchitos y ahora vivirán más seguros.
  Lo que muestran estas historias es que a veces, simplemente por una apariencia, no se ve todo lo que hay detrás, pero bueno, terminé sólo y creo que estaré así por un buen tiempo.

0 comentarios: