martes, 31 de marzo de 2009

LOS DATOS PERSONALES por Julio Mauricio


Me dijo: -¿NOMBRE Y APELLIDO?
Le dije: - CLARA GARCÍA
Me dijo: -¿EDAD?
Pude decirle...: “a veces una edad de vieja”. (sonríe) Porque es así no más. Cuando, por ejemplo, quiero hablar con el Daniel y me dice...: “no, hoy no, que estoy ocupado”; entonces me siento vieja.
Y también cuando salgo a la calle y la gente anda con la cara tiesa.
Y cuando me acuesto y me pongo a pensar...: “Mañana otra vez al taller”.
En cambio... ¿Vio, señora, esos días con poca humedad que una se siente como nueva? Bueno, ahí tengo otra edad. Y cuando tomo el colectivo y me voy a “La Salada”, por ejemplo, también. Mire, señora, compare eso del viaje a “La Salada” con mi salida medio muerta del taller a las seis. ¿Se puede hablar de una edad que una tiene?
Pero, claro, él se refería a otra cosa y entonces no le dije nada de todo esto. Le dije...:
-TREINTA Y CINCO AÑOS.
Me dijo: -¿NACIONALIDAD?
Otro lío. Porque cuando una se pone a pensar en las cosas más sencillas descubre que no son tan sencillas. ¡Usted, señor!, ¿se puso a pensar alguna vez en las cosas sencillas? ¡Hágalo, es bárbaro lo que se puede descubrir! Mire...: mis padres eran gallegos; y los primos de mis padres también. Así que crecí entre gallegos. Y la otra gente hablaba distinto. De chica, mi mejor amiga -¡ay, ¿por dónde andará ahora?!- era Carmela. Y los padres eran italianos. Yo iba a la casa de ella, dos piezas más al fondo que la mía. Y en la pared tenían un retrato de un señor que miraba con los ojos muy abiertos. Después supe que era Benito Mussolini. Bueno, en esa casa se hablaba de otra manera.
Y en el taller tengo dos compañeras de mesa. Una es correntina, se llama Alicia. La otra es jujeña y se llama Josefina. Bueno, una habla y habla y va viendo que no parece que hayamos nacido en el mismo país. Entonces tendría que decir...: “soy hija de gallegos, nacida en la Capital”.
Pero dije lo mismo que dicen la jujeña y la correntina. Les dije...:
-ARGENTINA.
Me dijo: -¿CASADA O SOLTERA?-
¡Ay! (pausita). Soltera. Pero no cien por ciento (pausita). Tengo una hija de catorce años. Se llama Marta. Está en segundo año del Liceo y va por la tarde. Por la mañana cose corpiños para el taller donde trabajo. Le puse Marta por la mejor amiga que tengo. ¡Ay, miren...! ¡Me parece mentira que yo sea la madre!
(Une las manos y mira hacia arriba conmovida).
¡Es tan inteligente y tan fina! El padre, por lo que recuerdo, era simpático, pero no creo que fuera muy inteligente. Tal vez por falta de instrucción. A mí, ustedes ya me ven, ¿qué se puede esperar?
Miren, yo pienso a veces en cosas muy tristes. Pienso en cuando quedé embarazada. Claro, cuando mamá lo supo había pasado bastante tiempo. Miren... ¡no me animaba! ¡Ay, cómo se puso! ¡Ay, qué cosa más horrible! ¡Parecía loca! Cuando leo en los diarios que han torturado a alguno, yo pienso si será peor que lo mío cuando mis padres lo supieron. ¿Y todo por qué...? Si uno la ve a Marta, puede preguntarse eso...: “¿por qué tanto lío?”. Mi padre, que en paz descanse, después se puso chocho con la nieta. A mi madre la veo cuando charla con Marta y pienso...: ¿y si le digo ahora, “mamá, ¿por qué me hiciste tanto lío?”. No ¡claro que no se lo voy a decir! Ella tenía sus ideas en la cabeza. Ahora todavía me aguanto cosas del chusmerío, pero yo la miro a Marta y me digo...: “¿qué me importa?”. Marta es lo mejor que hice en mi vida. Una tía mía se murió soltera y sin hijos. ¡Pobre! ¡Si por lo menos hubiera tenido un hijo! Porque después de todo, el marido es secundario si una puede trabajar.
Con la nena no me pude casar. Porque una puede aguantarle a los hombres ciertas cosas porque no son perfectos y al fin de cuentas no tenemos nada mejor. Pero es algo personal. ¿Cómo podía meter en mi casa a un hombre que tiene que ver conmigo, pero no sé si se llevará bien con Marta? Es un asunto muy delicado y yo lo cuido mucho.
Marta me dijo una vez: “mamá, ¿por qué no te casás? ¡Sos tan joven y tan linda!” (sonríe enternecida). Así nos ven los hijos (transición). Ahora estoy saliendo con el Daniel. Porque las mujeres también tenemos sentidos. Vamos a ver qué pasa.
Pero al fin de cuentas soy soltera, así que le dije...:
-SOLTERA
Me dijo: -¿DE QUÉ SE OCUPA?
Me levanto a las seis y media de la mañana. Pongo la leche al fuego y me meto en el baño. Mi madre me oye y se levanta y llega a la cocina antes de que se escape la leche. Después tomo el colectivo 42 en Chacarita y me voy a Pompeya, al taller. Con las dos chicas que les dije, revisamos el trabajo de las costureras de afuera como Marta. Dale y dale mirar corpiños (ríe). Cuando salgo veo un corpiño flotando en el aire (transición). De las doce a las dos de la tarde...: tomo el colectivo para casa, como, lavo las cosas en la pileta del patio –porque si la dejo a mamá le ataca el reuma-, vuelvo al colectivo y de dos a seis sigo mirando corpiños. A las seis y diez otra vez el colectivo. Hago mi higiene personal y la de la casa. Comemos. Escuchamos algunos noticieros para saber cómo marcha el mundo, y nos vamos a dormir.
Me ocupo de todo eso. Pero, claro, la pregunta era para saber si una es abogada, o artista, o profesora, o portera, o empleada; y como yo no soy nada de eso, le dije...:
-OBRERA
Me dijo: -¿DÓNDE VIVE?
En uno de esos departamentos antiguos, de corredor. Tiene tres piezas y una piecita con escalera. Yo alquilo una pieza y la piecita.
Antes mi mamá dormía en la piecita, pero ahora con las várices no puede subir. Entonces pasó Marta arriba, que por otra parte le viene bien para estudiar. Claro que mamá se hace mala sangre porque se levanta mucho de noche -¡es increíble el líquido que suelta!- y piensa que no me deja dormir; pero una se acostumbra.
El problema es con la gente que nos alquila. Quieren que desocupemos y nos hacen la guerra. Sobre todo lo siente mamá que se mete en la pieza cuando está sola para no oír cosas desagradables. A mí me respetan más porque tengo mi carácter, pero andamos como perro y gato. Y una comprende, ¡pobre gente!, necesitan el departamento. Pero, ¿qué se puede hacer?, ¿dónde me meto? Si alguien de ustedes sabe de un departamento, no importa que sea viejo y no esté pintado; si me hace el favor, deja dicho aquí o a don Pascual del almacén, yo se lo voy a agradecer mucho. La verdulera me habló de una señora sola y enferma que quiere alquilar una parte para tener compañía. Vamos a ver si tengo suerte. Pero, como ustedes comprenderán, no era esto lo que me preguntaban. Así que dije...:
-OLLEROS 3710.
Me dijo: -FIRME AQUÍ.
Me puse los anteojos de ver de cerca y firmé.
(Mira a la platea con complicidad, sonríe, se encoge de hombros.)

APAGÓN


En: Teatro breve contemporáneo argentino.
Buenos Aires: Colihue, 1982

2 comentarios:

.:.Osso De Saenz Peña.:. dijo...

Muy lindo blog profe algun dia voy a escribirme algo lindo para ustes (soy el primero y unico que entro)
creo que me meresco un mas

:)

.:.Osso De Saenz Peña.:. dijo...

Muy lindo blog profe algun dia voy a escribirme algo lindo para ustes (soy el primero y unico que entro)
creo que me meresco un mas

:)